Hay sonidos
en los que podemos confiar
y en los que confiamos:
el viento en los árboles,
el suave chasquido de las piedras, donde retrocede la marea.
un bebé que llora de noche.
Nadie jamás se burló de esos sonidos
o trató de comprenderlos.
Son demasiado comunes para ser comprados o vendidos,
estaban acá antes que la palabra,
y legalmente carecen de importancia.
Interminablemente repetidos,
inmutables,
son sonidos sin una historia.
Solo ... consuelan y perturban la parte de arcilla del corazón.
Leer Ecos sin historia en El blog de María