Cuando se cimbrea al andar ... parece un ramo de narciso que se balancea en el jardín.
Diriase que sus zarcillos están en el corazón de su enamorado, porque, cuando anda, en él repercuten el pinchazo y el tintineo; tiene el andar del ave, en el que no es censurable la torpeza, ni vituperable la lentitud.
¿Hay quien pague el precio de sangre del asesinado por el amor?
¿Hay quien rescate al cautivo del amor?
¿O podrá acaso el destino hacerme retroceder hacia mi amado ... como en aquel día que pasamos junto al río?
Lo pasé nadando y estaba sedienta ... que maravilla nadar y tener sed.
El amor, dueño mío, me dejó tan extenuada ... que no pueden verme los ojos de los que me visitan.
¿Cómo se las arregló el amor para llegar a quien es invisible para todos?
Diome a beber segunda vez de la unión de mi dueño, como se da a beber segunda vez
... a la ansiosa sedienta.
Leer Temo ... que hasta el tacto de mi mano te disuelva en El blog de María