El reloj que hay en mi muñeca se olvidaría de que existo si no le avisaran los dias ... en que no atino a darle cuerda.
A los veinte encontramos amigos sin esfuerzo ... pero hace falta Dios y ayuda ... para encontrar alguno a los sesenta.
Y cada nuevo año trae nuevos problemas de forma y contenido; nuevos antagonistas con los que debatirme ... si a los veinte trataba de ofender a mis mayores, pasados los sesenta es a los jóvenes a quienes trato de irritar.
Perdida entre la niebla en un brazo de arena, con zapatos que me iban pequeños, a mi lado sentí el leve chasquido del remo de Caronte ... que a nadie hace pasar a una orilla risueña.
La Vía de Exceso conduce, las más de las veces, al Cenagal del Desconsuelo.
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