Tú, que un día subiste al tren donde yo ya estaba; tú, que traías contigo la diferencia de ser, y nadie te conocia ... a no ser de oídas ... que aún no habías entrado en ninguno de los poemas en los que ibas a entrar.
Tú, que llevabas contigo la diferencia de la mar, la levedad en los andades y hasta en el vuelo ... si el tren no hubiera comenzado a pasar, con el visto bueno a los pasaportes, para análisis que irían a durar toda la noche, con marcha lenta y largas paradas.
Tú, que dejaste tu sombra y sólo eso bastó para que el poema te guardase, bien guardada, en ese vagón en que esperas que la estrofa te devuelva otro pasaporte ... sin sellos ni fechas ... el necesario para que salgas, una vez más, del andén de la estación, hacia este tren
... que me atraviesa la memoria.
Leer No es que el mundo esté en tu contra sino que a veces navegas contracorriente en El blog de María